viernes, 10 de diciembre de 2010

9 Estilos: la No Historia del Libro que No Era

Inauguro esta sección, a la que llamo 9 Estilos. ¿En qué consiste?

Basado en el libro 99 ejercicios de estilo de Matt Madden y Raymond Queneau, nuestro profesor de Métodos quiere que colguemos en el blog nueve variaciones sobre un texto que amablemente nos han preparado tres compañeros de clase. Copiaría el texto original, pero he pensado que es más divertido no hacerlo. Así no sabéis exactamente de dónde parto y tendréis que haceros una idea a través de mis variaciones.

He aquí el primer estilo que se me ha ocurrido: la negación y el absurdo combinados.

Una oscura silueta que no atravesaba el parque nunca dejó un libro de aspecto viejo en un banco del parque. Claro, como no había libro, el viento no lo abrió y pasó sus páginas. Así que tampoco pudo quedarse una de ellas doblada.

En este punto de la historia sería absurdo continuar, pero por algún motivo ilógico lo haré. A la mañana siguiente no pasó ninguna joven por el parque. Menos aún alguna que se llamara Carolina (y no sé para que digo nada sobre Carolinas si no hay ninguna en esta historia). Aunque lo hubiera hecho, no habría recogido ningún libro (porque no había ninguno, es de cajón). Y si no había ningún libro que recoger ni nadie que lo recogiera, sería estúpido pensar que el libro se cayera en medio de clase. Por eso no ocurrió. Como tampoco ocurrió que le llamara la atención a un profesor que ni siquiera estaba allí.

El libro que no estaba allí parecía no tener las páginas en blanco (lo cual tiene bastante sentido, no sé de qué se hubiera extrañado el profesor), salvo la que no se podía haber doblado por el viento que no lo abrió aquella noche por no estar en el parque. Esa página no estaba escrita.

La clase que no se estaba impartiendo derivó en un debate filosófico-existencial (y no les culpo: si yo no existiera y todo fuese tan estúpido como lo estoy narrando, tendría alguna pregunta filosófica en la cabeza). En cualquier caso, Carolina no decidió coger frases aleatorias de la página que no estaba escrita para formar frases. Y tenía buenos motivos para hacerlo: primero, porque no estaba allí; segundo, porque no había libro; tercero, ¿quién demonios es Carolina?; y, cuarto, si la página está en blanco, ¿de qué carajo vas a escribir?

La clase no terminó..., aún se sigue impartiendo de hecho. Así que la chica que no se llamaba Carolina estaba atrapada en un vórtice metafórico existencial absurdo canalizado en una clase que realmente no está ocurriendo y que, sin embargo, durará eternamente. De esto deducimos que era jodido para la pobre niña volver a colocar un libro que, por otro lado, ni siquiera existe. Así que no la culpemos por ello.

Si aquella silueta hubiera dejado el libro donde debiera las cosas serían distintas. Pero no pasó, así que nadie pudo continuar el estúpido libro. Tampoco tenían mucho espacio para hacerlo, porque solo tenía una página en blanco.

1 comentario:

  1. jo, me encanta este también, te felicito! yo voy a empezar a colgar ya mis historias (de momento tengo solo dos) y a ver q más se me ocurre!

    ResponderEliminar